Mi hija tiene 9 años y hasta que cumplió 8, me traía sus cuadernos para firmar sus tareas; cuando ya no lo hizo pensé que “las políticas” del nuevo grado eran diferentes. Un día de agosto revisé su cuaderno y me alegró la vista su bien lograda caligrafía pero ahí estaba “mi firma” al pie de cada tarea o al menos muy similar a mi rúbrica; evidentemente yo sabía que no era real pues yo no había firmado. Cuando le pregunté a la pequeña me contestó: “Quise evitarte el tedio, te he visto muy ocupado y tu firma es muy fácil de hacer”.